Éstos son los personajes más importantes

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Capítulo 50


-       … - las dos no podían dejar de mirarles con la boca abierta.
-       Decid algo ya, pronto, por favor – rogó Bill asustado.
-       Bill, estás… - no terminó.
Bill no tuvo tiempo de reaccionar ni de hacer nada que no fuera sujetar con sus brazos al pequeño cuerpo de June que se había lanzado hacia él y lo estaba abrazando fuertemente. No reaccionó al principio sin darse cuenta de lo que había pasado.
Pero al darse cuenta de que su alma gemela lo estaba abrazando estrechamente y con amor, le devolvió el abrazo y hundió su cara en su sedoso cabello castaño claro.
-       ¡Guau! – fue lo único que alcanzó a decir June cuando se separó otra vez de Bill y volvió a mirarlo fijamente -. No sé cómo explicarte lo bien que te ves.
-       Con ver tu cara es suficiente – rió él mientras besaba suavemente sus labios, agradecido.
-       ¿Y yo, liebe? – le preguntó Tom a Mery -. ¿Cómo estoy?
-       Mira – ella alzó sus manos entrelazadas, que estaban forcejeando -. Estoy intentando canalizar mis sentimientos para otra parte.
-       ¿Qué sentimientos? – sonrió el guitarrista, mientras se acercaba hacia ella, con una sonrisa seductora.
-       Los de lanzarme hacia ti y agarrarte para llevarte a la cama más cercana – admitió ella mientras se sonrojaba.
-       Menos mal que uno de los dos sabe controlar sus impulsos – rió Georg, viendo cómo Tom abrazaba a Mery por la cintura y la alzaba en el aire dándole vueltas.
-       Tú lo que tienes es envidia – le dijo Tom sacándole el dedo del medio, a espaldas de Mery -, pero no de la sana.
-       Chicos, dejad de molestaros y aprovechad el tiempo – los riñó David mirándose el reloj que llevaba en la muñeca -. Sólo tenéis cinco minutos más antes de que nos tengamos que ir.
-       ¿En qué programa va a ser la entrevista? – preguntó Eric, con curiosidad.
-       En la Cuatro, me han dicho – respondió el manager -. En un programa llamando “El…”
-       “…Hormiguero” – terminaron June y sus amigas con sonrisas enormes.
-       ¡Me encanta ese programa! – rió Dasha -. Los mejores son Trancas y Barrancas.
-       ¿Quíen? – preguntaron los demás, extrañados ante aquellos nombres.
-       Ya los conoceréis – rió Derek de sus caras de desconcierto.
-       ¿Entonces conocéis el programa? – preguntó Gustav.
-       ¿Que si lo conocemos? – preguntó June, atónita -. Es el único programa español, por así decirlo, que trae a famosos de todo el mundo. Ya ha venido gente mundialmente conocida como Miley Cyrus, los Jonas Brothers… y muchos más de ese estilo y otros.
-       Conocemos a los Jonas – afirmó Georg -. Son buena gente, pero su música es muy…
-       ¡Comercial! – terminaron juntas June, Mery y Dasha.
-       No os metáis con ellos, pobrecitos – las riñó Derek -. Al fin y al cabo todo grupo de música requiere mucho esfuerzo para alcanzar la fama, sea cual sea su música.
-       Ya está aquí “el Justiciero” – rió June.
-       Derek tiene razón – convino David -. Todo en esta vida requiere un esfuerzo. Sin ir más lejos, los chicos que tienes delante de ti tuvieron que pelear muy fuerte para conseguir su sueño y conseguir darse a conocer.
-       Fue una suerte que te encontráramos, Dave – rió Tom mientras le daba a su amigo y compañero de trabajo una palmada en la espalda.
Estuvieron poco tiempo más hablando, porque tal y como había afirmado el manager de la banda poco antes, tenían que llegar con tiempo al plató y empezar a organizar las cosas.
Los chicos se despidieron pidiendo que encendieran en ese mismo instante la televisión para que no se perdieran ni siquiera el principio de la entrevista, a pesar de que ellos harían su gloriosa entrada minutos después de que el programa empezara.
No consiguieron hacer que Bill y Tom salieran de la habitación hasta que vieron cómo Eric, cogiendo el mando a distancia que solía estar cerca de la almohada de June, encendió la pequeña pantalla que tenía la paciente en la habitación y ponían el canal en el que unas horas después se televisaría la entrevista de los chicos.   
Estuvieron un rato hablando tranquilamente en la habitación hasta que sonó la musiquita del comienzo del programa. June y Mery lanzaron un gritito agudo y se sentaron erguidas delante de la tele, sin apartar los ojos de la pequeña pantalla. Oyeron también cómo gritaban las demás fans desde las gradas de la sala en la que estaban. Sus gritos de emoción cuando por fin vieron un poco más de cerca a sus ídolos, aquellas personas a las que tanto admiraban.
Las dos chicas entendieron cuán grande había sido su suerte al llegar a conocer a los chicos, aunque hubiese sido del modo en el que pasó todo. June también empezó a dar gracias de que el coche de los chicos la atropellara, porque de otro modo, Bill nunca se habría fijado en ella y no sabría ni que existía.
Entonces, justo cuando habían pasado un minuto y veintinueve segundos, vieron que los chicos salían tras una especie de puerta hecha de tiras de plástico. Bill en cabeza con su majestuosa nueva cresta, al lado de Tom, más hot que nunca con sus trenzas. Se sentaron en orden: Gustav, Georg, Pablo Motos (el presentador), Bill y Tom. Estuvieron unos segundos sentados mientras las fans dejaban de gritar.
June se puso un poco celosa cuando la primera pregunta fue para Bill y este contestó que las fans de allí eran geniales. Lo quería para ella sola y no quería que nadie más pudiera mirar al cantante de la forma en que ella lo hacía. Sabía que era un comportamiento irracional e inmaduro, pero qué otra cosa se podía esperar de una chica enamorada de una estrella de música. Pero se le fueron todos los malos pensamientos cuando, el presentador habló de su nuevo disco a la venta, una especia de marciano verde salía detrás de ellos y andaba con un pingüino acelerado. Ninguno de ellos pudo contener las carcajadas, sobre todo cuando vieron las caras que pusieron los cuatro chicos.
Y entonces hizo alusión a los nuevos peinados de Bill y Tom. “Si tú supieras” pensaron tanto los que estaban en el hospital como ellos mismos. Rieron de las preguntas y comentarios que les hacía el presentador y de las respuestas que daban ellos.
-       … yo intento imitar el alemán como tú – estaba diciendo en ese momento Pablo -, y tú intentas imitar el español, sin saber.
-       O.K. – respondió Bill.
-       Voy a oírle hablar en español a mi niño – rió June, emocionada.
-       Espera a ver qué es lo que va a llamar español – rió Eric.
Entonces, el presentador imitó un supuesto alemán que dejó alucinando a Bill y los chicos. Tanto, que cuando Pablo le pidió que lo hiciera él con el español, el cantante le pidió que lo hiciera otra vez. Lo que la dejó alucinada fue cuando de repente, Bill soltó en un español chapapurreante:
-       Te quiego puta.
-       ¿Cómo ha dicho? – preguntó June, con los ojos abiertos de forma desmesurada mientras los demás se caían al suelo o se tenían que apoyar en algún sitio para no caerse de lo mucho que se estaban riendo.
-       Soltó te quiero puta y lo único que le dice el presentador es que es un poema muy famoso – reía Mery.
-       Mierda, mierda – dijo en ese momento Tom, haciendo que la que esta vez se quedara extrañada fuera Mery y los demás reían.
-       ¿Pero qué les habéis enseñado a estos chicos? – rió Derek sin poderse contener, tirado en el sofá y agarrándose las costillas de la gracia que le hacía todo.
-       ¡Y es que encima lo repite cuatro o cinco veces! – rió Dasha, y en ese momento le escucharon decir a Gustav lo mismo.
-       ¿Pero qué es esto? – se exasperó June -. Cuando vuelvan me voy a poner a enseñarle a hablar en un español que no diga tantas groserías.
-       Sí – rió su primo -, no sea que Bill te diga a ti lo que dijo en la televisión.
Y así transcurrió toda la entrevista, entre bromas de los chicos y el presentador. Todo iba normal hasta que les pidieron que hablaran de su razón por la que llevaban tanto tiempo en Madrid, sin dar signos de vida, y habiendo cancelado el resto de conciertos que tenían durante un tiempo. (N.A = Esta parte me la he inventado yo, no sale de verdad en la entrevista).
-       Lo dicho chicos – preguntó Pablo -. ¿Qué habéis estado haciendo aquí, sin que nadie os haya descubierto excepto la vez que fuisteis a la Plaza del Sol?
Los chicos se quedaron un rato escuchando lo que la traductora les decía por el pinganillo y cuando acabaron de oír la pregunta, Bill y Tom se miraron, preocupados. Miraron hacia fuera del plató desde donde les observaba David atentamente. Éste les respondió algo mediante gestos, por lo que parecía que antes de la entrevista ya habían hablado y comentado algo sobre el tema. Todas las espectadoras callaron y un silencia recorrió toda la sala de rodaje, a la espera de la respuesta de sus ídolos. Las chicas también contuvieron la respiración mientras esperaban la respuesta de los chicos.  
-       Nosotros… - dijo Bill...

Capítulo 49


-       Sí, ¿me conoces? – preguntó esperanzado.
-       ¡¿Qué si te conozco?! – Genna estaba cada vez más emocionada -. Eres mi ídolo desde que tengo uso de la razón. Siempre que tenía una competición, lo único que se veía en la tele de casa era surf.
-       Doy fe de ello – afirmó Natalie, asintiendo con hastío -. Era como estar viviendo en la playa. ¡Qué pesadez!
-       ¿Pero qué dices? – exclamaron a la vez, enojados.
Y se miraron el uno al otro, avergonzados, conscientes solamente de ellos y de nadie más en la habitación. Conscientes de que sus ojos estaban puestos en el otro y que no les apetecía apartar la mirada. Conscientes de que a pesar de estar rodeados de sus amigos, el momento se sentía absolutamente íntimo. Conscientes de que el rubor empezaba a asomarles por el cuello y las mejillas.
Conscientes de que todos los demás estaban riendo disimulada o descaradamente ante su incapacidad de poder apartar sus ojos y mirar a otro lado. Por fin, al oír las risas de los demás, consiguieron despegar la mirada y se alejaron el uno hacia un extremo de la habitación y el otro al opuesto.
-       ¡Parecíais zombis! – reía Tom sujetándose las costillas de la risa y poniendo la mueca que supuestamente tenían Derek y Genna hace un momento -. Estabais más congelados que el polo sur – y seguía con el ataque de risa.
-       Poco más y os comíais con los ojos – Mery intentaba disimular su sonrisa -. Derek, chico, no ves que casi te echas encima de ella como si fueses un lobo buscando una presa.
-       No es verdad – se quejó el chico, con las puntas de las orejas coloradas.
-       Ya dejadles en paz – rió Eric con lástima -. Os ha cuidado desde que sois unas niñas ¿y así se lo pagáis?
-       Así se habla, gracias – agradeció Derek dándole un golpe masculino en la espalda.
-       ¡Oye chicos! – les llamó David a los integrantes de la banda -. Hemos venido para recogeros e irnos, y la cosa se está alargando más de lo que teníamos planeado.
-       ¿Irnos ya? – se quejó Tom -. ¡Pero si la entrevista es por la noche!
-       Pero queremos que os vayáis vistiendo y preparando – ahí es cuando empezó a hablar la Natalie profesional -, y vamos a hacer algunos cambios en vuestra imagen.
-       Me das miedo cuando hablas así, Nat – se quejó Bill.
-       ¡Oh, venga vamos! – protestó ella y empezó a empujarlo por la espalda hacia la puerta -. Tenemos que preparar muuuuchas cosas.
-       Ich liebe dich, schön – gritó cuando salía por la puerta, sin tener la oportunidad de despedirse de otra forma de June -. Nos vemos más tarde.
-       Cuídate, liebe – sonrió ella, lanzándole un beso que él recogió con las manos y se guardó en el corazón.
-       ¡Tom, tú también vienes! – la dijo Genna al chico, dándole unos golpecitos en la espalda para que se separara de Mery, a la que tenía fuertemente abrazada por la cintura.
-       Iré a vuestra casa después de la entrevista – dijo Tom antes de darle un beso.
-       Te esperaré despierta entonces – sonrió ella, y dejó a su novio en las capaces manos de Genna, confiada.
-       Chau, mi flaquita hermosa – dijo Georg dándole un piquito a Dasha.
-       Nos vemos mañana – sonrió ella.
Gustav y él fueron los últimos en salir de la habitación, seguidos por David, que a modo de despedida saludó a todos con la mano y cerró tras de sí la puerta, con delicadeza.
-       Bueno… - suspiró June cuando los perdieron de vista, mirando a su primo y sus amigos -… es la primera vez que volvemos a estar nosotros solos, sin nadie más. Igual que antes del accidente.
-       No quiero parecer egoísta e insensible pero… - sonrió Mery, enamorada -… en parte me alegro de que ese coche te pillara.
-       Sí – afirmó Dasha -. Fue un accidente con suerte.
-       Porque sé que me lo decís a buenas, que si no… - las amenazó su amiga -. Va a ser verdad eso de que tras un accidente, todo cambia. Sólo que no como nosotras nos lo esperábamos.
-       Tsk, tsk – Eric negó con la cabeza, fingiendo contrariedad -. Estáis locas, chicas. Las tres.
-       Lo sabemos – rieron a la vez tras mirarse entre ellas.
***
running through the monsoon,
beyond the world,
to the end of time,
where the rain won’t hurt.
far in…
Bill estaba cantando una de sus canciones favoritas mientras los chicos le seguían son sus respectivos instrumentos en ritmo y melodía.
David esperaba fuera de la sala de estudio, mirando y escuchando con orgullo a los chicos, que estaban teniendo uno de sus mejores ensayos tras haberse devorado seis pizzas vegetarianas entre los cuatro. Su manager estaba completamente seguro de cuál era la razón por la que los chicos estaban tan animados y motivados y no paraba de dar las gracias a  Dios porque habían conocido a June, Mery, Dasha y los chicos.
Natalie y Genna estaban preparando todos sus artilugios en el camerino en ese momento, mientras los chicos hacían tiempo y ensayaban. En aquel instante, entraron en la sala de estudio, anunciando que todo estaba listo.
-       Chicos, suficiente – los llamó David -. A prepararos.
-       ¡Pero si faltan seis horas para que tengamos que llegar al plató! – exclamó Tom extrañado, mirando el reloj que llevaba en la muñeca.
-       Ya os hemos explicado que vamos a haceros un cambio de look – se exasperó Natalie.
-       Pero… - musitó Bill – creíamos que os referíais a la vestimenta.
-       Pues no es sólo eso – comentó Genna.
-       ¿Sólo eso? – protestaron los cuatro.
-       ¿Os parece poco? – añadió Gustav.
-       Tú y Georg no vais a cambiar casi nada – y entonces David se giró a los gemelos -, pero vosotros vais a sufrir un cambio drástico.
-       No nos gusta cuando hablas así – se quejaron los dos, intentando esconderse el uno detrás del otro -. Eso de drástico no suena bien – añadió Bill.
-       ¡Ya! ¡Dejad de gimotear y quejaros! – exclamaron las hermanas y cogieron a cada uno de un brazo y se los llevaron a rastras hasta el camerino.
-       ¡No! – pataleó Tom, en broma -. Nos vais a desfigurar.
-       Natalie – decía el otro -. No me cambies mucho que June no me reconocerá y se irá con otro.
-       Par de dramáticos – suspiró la mayor -. Bill te voy a dejar tan bien que June te va a querer llevar a la cama a pesar de estar en un hospital.
-       ¿Tú dices? – una sonrisa pícara se abrió paso en su cara.
-       ¡Genna! ¿Qué haces con mis rastas? – se asustó el guitarrista.
-       Te las deshago – rió ella -. Tranquilo, sex symbol. Vas a estar mejor que ahora.
-       Más te vale – suspiró Tom.
El pobre tuvo que aguantar los tirones que le dio Genna en el pelo para quitarle las rastas. Y una vez sin ellas, la chica procedió a trenzarle el pelo por mechones. Cuando terminó con él, Natalie, que había estado ocupada con Bill, le echó algo para disimular las ojeras que tenía y para darle más uniformidad al color de su piel.
Mientras a Bill, Natalie le había pintado los ojos con mayor profundidad, resaltando el color de sus ojos y le dio un poco de color a su pálida cara. Al terminar, se intercambió con Genna. La peluquera se puso a teñirle de negro las diecisiete mechas blancas que tenía y una vez todo el pelo tuvo un color uniforme, se dispuso a hacerle una alta y orgullosa cresta. Una cresta que lo hacía más alto de lo que era. Que sería la atracción de muchas tokitas durante el tiempo que la llevara.
Terminaron hora y media antes de la entrevista. Las chicas, después de cuatro horas y media de arduo trabajo, miraron orgullosas el resultado de su esfuerzo. Los gemelos se miraron en los espejos que tenían delante y empezaron a toquetearse el pelo y observar desde distintos ángulos su cara. Por fin, satisfechos, se giraron para mirarse entre ellos y se examinaron atentamente. Dos sonrisas amplias inundaron sus caras, satisfechos con su imagen.
-       Te quedó bien, esmirriado – se burló Tom.
-       Y tú estás más hot, sex symbol – rió Bill.
-       Gracias chicas – les agradeció Tom a Genna y a Natalie -. La verdad es que necesitábamos este cambio.
-       June me va a amar así – comentó Bill.
-       Ya te ama, tonto – rió su gemelo dándole una colleja -. Y a mí Mery me va a desear más.
-       Eso es imposible – le afirmó el cantante.
Llegaron los otros dos y empezaron a silbarles e intentar molestarles, pero ellos estaban demasiado entretenidos imaginándose las reacciones que tendrían sus respectivas chicas. Fueron a vestirse mientras Natalie y Genna terminaban de arreglar a los otros dos, que ya tenían su ropa puesta.
Volvieron a donde David, ya preparados cuando todavía faltaba una hora para que tuvieran que llegar al plató.
-       Dave, podemos pasar primero por el hospital – le pidieron los gemelos a su manager.
-       Con una condición – se tapó los oídos cuando empezaron a dar saltos y gritar síes -, tiene que ser una visita de diez minutos máximo. Y tened en cuenta que sólo pasaremos  porque está de camino al estudio de donde se grabará la entrevista.
-       Lo prometemos – dijeron los dos a la vez, un uno de sus momentos “twins” -. Sólo diez minutos – aceptó Bill, poniendo cara de niño bueno.
Salieron todos en coches muy modernos y lujosos, claro que entre ellos ya no estaba el Porsche negro de ventanillas teñidas, porque Bill no soportaba verlo y estaba algo estropeado en el morro. Tom y Bill iban en el mismo coche, emocionados y ansiosos de ver a sus chicas y las reacciones que tendrían.
Al llegar al hospital, aparcaron en el parking privado para empleados que había detrás del edificio tras pedir permiso a los guardias que cuidaban la entrada. Se bajaron apresuradamente del coche e instaron a los demás a que fuera delante de ellos, para dejas la “sorpresa” para el final.
Al ver la extravagante vestimenta de Bill y el atractivo sensual de Tom, muchas pacientes se quedaban mirándolos, embobadas, cuando pasaban delante de sus habitaciones. Algunas hasta lloraban al reconocerlos.
Cuando llegaron a la habitación de June, los gemelos se escondieron detrás del cristal que tenía pegado un plástico mate para que no se viera desde fuera lo que había dentro. David abrió la puerta y entraron él con Georg y Gustav y sus dos ayudantes.
Al verles, las chicas se emocionaron de verlos tan elegantes y bien vestidos. Dasha saludó a Georg con un tierno y cariñoso abrazo que hizo que a Eric se le frunciera el ceño. June y Mery miraron detrás de ellos, ansiosas, con ganas de ver cómo se habían vestido Bill y Tom, y cómo irían a hacer gritar a todas sus fans a una entrevista televisada que ellas verían desde el hospital.
Pero la desilusión iluminó sus ojos cuando vieron que nadie más entraba detrás de los que acababan de llegar.
-       ¡Geo! ¡Gussie! – exclamaron las tres -. ¡Qué guapos! Os la llevaréis a todas.
-       Gracias chicas – sonrió Gustav, mientras Georg abrazaba a Dasha.
-       ¿Y Tom? – preguntó Mery, mirando esperanzada hacia la puerta.
-       ¿Y mi Bill? – añadió June, también intentando mirar detrás de los alemanes.
-       ¡Oig, qué tierna! – exclamó Bill, bajito dese fuera -. Me dijo “su” Bill.
-       Cállate, osito de felpa meloso – le reprendió Tom -, nos van a descubrir y es una sorpresa.
-       No pudieron venir – estaba explicando David -. Tuvieron que ir directamente al plató para que supieran que estábamos por llegar.
-       ¡Ah! – exclamaron las dos juntas, con desilusión y pena.
Gustav y Georg se sonrieron el uno al otro. Les hacía gracia verlas así de apenadas, pero a la vez, rompían su corazón y sentían que no podían guardarse más decir que estaban allí mismo.
-       ¡Ay, chicos! – exclamó Gustav -. No os hagáis de rogar, ¿no veis las caritas de pena que tienen?
-       ¡Entrad de una vez, rompecorazones! – añadió Georg, riéndose.
Las dos chicas volvieron a levantar la cabeza, que la habían agachado apenadas. Una enorme sonrisa les cruzaba la cara. Una sonrisa que se fue convirtiendo en mueca de sorpresa cuando vieron entrar a los chicos en la habitación.
-       O.O – todos menos los alemanes.
-       ¡Ay, madre! – musitó Mery y June confirmó sus palabras asintiendo.
-       ¿Qué? – dijo Tom mientras se miraban entre los dos, asustados.   
-       ¿No os gusta? – preguntó Bill, dubitativo.
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