Éstos son los personajes más importantes

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Capítulo 45


June y Bill sabían perfectamente qué es lo que habían hecho Tom y Mery la noche anterior. Tom les había contando que tenía planeado llevarle a cenar y June le aconsejó a qué restaurante llevarla. Cuando se fue del hospital al hotel en el que estaban hospedados para cambiarse, le dijo a Bill que no lo esperara por la noche. No hizo falta que dieran más detalles, simplemente diciendo eso los dos entendieron que iba a ser su estreno.
Lo que no se esperaban es que a ellos les afectase tanto. Al llegar la noche y cuando todos se fueron, los dos se acordaron de la pareja que estaba cenando o que podía ser que ya hubiesen acabado de cenar. Hicieron volar su imaginación, recreando a Mery y Tom juntos en la cama, y eso los avergonzó y incomodó bastante.
Cuando se sentaron juntos en la cama de June para mantener una de sus acostumbradas conversaciones pre descanso, no pudieron evitar mirarse fijamente a los ojos y sonrojarse, abochornados.
-       ¿Crees que Tom y Mery…? – June no pudo terminar la pregunta de lo nerviosa que estaba.
-       Es lo más probable, conociendo a mi hermano y sabiendo lo enamorados que están el uno del otro – contestó Bill, mientras acariciaba suavemente la espalda de June.
En aquel momento, Bill sintió que su cuerpo se excitaba un poco. Se estiró y dio por seguro que Tom y Mery ya habían terminado de cenar. Una vez más, maldijo la conexión que tenían por culpa de ser gemelos y que hacía que uno sintiera lo que el otro cuando era muy intenso.  
-       ¡Maldita sea! – se quejó -. Definitivamente han terminado de cenar. Odio esta conexión, me pone en evidencia cuando menos lo necesito.
-       Es la primera vez de Mery – le confesó la chica, intentando apartar el tema de Bill para que no se sintiera tan incómodo.
-       Pues esperemos que Tom la trate bien – bromeó, intentando quitarle hierro al momento.
-       Ahora que estamos hablando de esto… quería preguntarte algo – dijo ella dudosa. Animada cuando Bill asintió para que siguiera, se atrevió a formular la pregunta que le mantenía tanto en vela -. ¿Tú ya has… ya sabes...? ¿Eres… virgen?
-       June yo… - se sonrojó el chico -. No, no lo soy. Pero te puedo jurar con una mano sobre el fuego, que me habría gustado esperar a la mujer de mi vida. La que pasaría el resto de su existencia conmigo.
-       ¿Y sabes quién es? – preguntó ella, temerosa de su respuesta.
-       Me parece muy obvio  - respondió él, mirándola significativamente y haciendo que se sonrojara más -. ¿Y tú? ¿Tú eres…?
-       Sí – June pensó que si se ponía más roja podría parecer una granada -. Yo nunca he tenido un novio.
-       ¿En serio? – exclamó Bill, extrañado -. Con lo guapa que eres ¿nunca ha habido nadie detrás de ti?
-       Que no haya tenido novio no significa que no haya tenido pretendientes – sonrió ella -. A diferencia de ti, yo sí que he esperado a mi media naranja.
Bill sonrió con ternura y se inclinó hacia ella para besarla. Como siempre que June veía la cara del chico tan cerca, notó que su respiración y ritmo del corazón se disparaban, pendiente con todo su cuerpo de cuando aquellos sedosos y carnosos labios acariciaran con ternura los suyos.
Cuando el beso empezó a coger un poco más de calor, dado que Bill estaba en contacto con Tom, June empezó a asustarse y trató de alejarse un poco de él. Pero de repente Bill, apretó con más fuerza los brazos alrededor de la chica y la acercó más a sí mismo.
-       Bill – murmuró June contra sus labios -. Bill, tranquilízate por favor.
-       Lo siento – respondió él, que seguía besándola con ardor -, no puedo. Me atraes. Estás sexy ¿sabías?
-       Pero Bill – rió ella  - si llevo puesta un camisón de hospital.
-       ¿Y – beso – quién – beso – ha dicho – beso – que – beso – los camisones – beso – de hospital – beso – no fueran sexys? – terminó por apartarse de ella.
-       No son los camisones Bill – rió ella, abrazándolo y apoyando la cabeza en su pecho -, eres tú que eres muy subjetivo.
-       ¿Subjetivo dices? – murmuró Bill, en el mundo Yupi, besándole el pelo -. Pues si estoy siendo subjetivo la objetividad es una mierda.
-       Sólo a ti se te ocurren esas cosas, Kaulitz – rió ella, apartándose y sacudiendo la cabeza.
-       No puedes llamarme Kaulitz – se quejó Bill, como un niño, tirándole del pelo.
-       ¿A no? – la miró entre extrañada y divertida.
-       No.
-       ¿Y eso por qué?
-       Porque nos hemos besado – respondió el chico, y para remarcar sus palabras, volvió a besarla otra vez.
-       ¿Estás cariñoso tú hoy, eh? – comentó ella, encantada.
-       Todos los que me conocen a fondo dicen que soy muy tierno y que seré perfecto para mi otra mitad – hinchó su pecho con orgullo.
-       Te lo tienes un poco creído, amor – dijo llamando la atención de Bill y sonrojándose.
-       ¿Cómo me dijiste? – sonrió, contento.
-       Nada, te dije Bill, nada más – ella miró hacia otro lado.
-       Eso no es verdad – se quejó Bill agarrándole de la barbilla e intentando girarla hacia él otra vez -. Me dijiste amor.
-       Es que me da vergüenza – argumentó ella -. Pero te quiero, Bill.
-       Y yo a ti, pero aún así no quieres ser mi novia – hizo pucheros.
-       No, mi niño bonito – dijo cogiéndole de las mejillas y haciéndole mimos -. Pero pregúntamelo dentro de una semana, cuando salga del hospital, y veremos si la respuesta es la misma.
Bill sonrió y le acarició el pelo. En aquel momento, entró el doctor en la habitación y se puso a hablar con normalidad y familiaridad con la paciente y se acompañante.
-       Buenas noches June, espero que te sientas bien – sonrió amablemente.
-       Como si nunca me hubiera atropellado un coche – comentó ella bostezando y estirándose como un gato.
-       Señor Kaulitz, me parece que ya ha entretenido a la señorita Qarea suficiente por hoy – lo riñó -. Acostaos y descansad, que es tarde.
-       Sí, Doc – dijeron los dos con caras de gato con botas, haciendo reír al señor.
-       Buenas noches, pareja de dos – rió mientras salía.
-       Buenas noches – respondieron al unísono ellos y se echaron a reír.
Bill se metió un momento en el baño, en el que June aprovechó para tumbar su cama de nuevo y meterse dentro de las sábanas para prepararse para dormir. Cuando salió Bill del baño con su chándal viejo, se dirigió hacia June para darle un beso de buenas noches.
-       Hasta mañana, schön – la besó.
-       Hasta mañana, liebe – le respondió el beso.
-       Me voy – dijo Bill haciendo referencia a su cama y la besó una vez más -. Me voy – la volvió a besar -, me voy – otro beso -, me voy – otro y June empezó a reír -. ¿De qué te ríes?
-       De ti – sonrió ella -. No paras de decir me voy, y sin embargo eres incapaz de dejar de besarme.
-       Tienes razón – sonrió y la besó por última vez -. Ahora sí, me voy. Que tengas dulces sueños.
-       Sueña conmigo – murmuró la chica, ya medio dormida.
-       Descuida, lo haré.
Y dicho esto, los dos se giraron para estar de lado, pero mirándose y tras conectar sus miradas una vez más, cerraron sus ojos y se quedaron fritos.  Los dos tenían el mismo pensamiento en mente:
“Soy feliz”...

Capítulo 44


-       Yo… - dudó Mery. Pero levantó con seguridad la cabeza hacia su novio -. Tienes mi permiso, Tom.
Tom sonrió y no se hizo de rogar. Atacó su boca como si fuera un hombre que encontraba el agua por primera vez tras haber estado meses vagando sediento por el desierto. Con las manos acariciaba la espalda de Mery por debajo de la camisa y la chica metió las suyas por el cuello de la camiseta del guitarrista para acariciarle el duro y bien formado pecho. Entretanto no paraban de besarse.
-       Tengo que respirar – jadeó la chica, alejándose un poco de Tom, para poder coger aire.
-       Yo respiraré por ti – respondió el chico, volviendo a atrapar sus labios con un mordisco.
Oyó la risa entrecortada y nerviosa de la chica cuando la cogió en brazos para cargarla hasta la habitación. En la puerta, la dejó en el suelo y fue empujándola hacia atrás poco a poco, mientras le bajaba la cremallera que tenía la camisa atrás y la dejaba tirada en el suelo.
Tom se maravilló al ver tanta piel expuesta y con un gemido, dirigió sus labios a la cremosa elevación de sus pechos. Mientras, con una mano acariciaba el borde del pantalón y con la otra desató el broche del sujetador dejando todo el esplendor de la delantera de la chica a su vista y degustación. Mery a su vez, sacó la camiseta de Tom y pasó los dedos entre las formas de sus pectorales y abdominales, haciendo que el chico se estremeciera bajo sus caricias. Los dos se sacaron los zapatos a tirones y fueron a parar a cualquier parte de la habitación.
-       Te quiero – le dijo Tom a Mery mientras le soltaba el botón y la cremallera de los pantalones y se los bajaba.
-       Ich liebe dich – respondió ella con una sonrisa nerviosa mientras repetía los movimientos de Tom pero en su cuerpo.
De paso, frotó su entrepierna intencionadamente haciendo el guitarrista gimiera más alto y se pegara contra su mano. Mery se asustó un poco al notar el gran tamaño del amigo de Tom. Se separaron jadeantes y sonrojados, básicamente con una sola prenda y por lo demás tal y como habían venido al mundo. Con una sonrisa traviesa, Tom se inclinó de nuevo hacia los pecho de Mery, y mientras mordisqueaba uno y acariciaba el otro, la empujó contra la cama, haciendo que cayeran juntos, tumbados. Él encima de ella.
Tom bajó la mano que no estaba ocupada en la delantera de Mery hacia la zona más íntima del cuerpo de la chica, la que aún estaba tapada, y la acarició por encima de la tela. La joven, un poco más valiente gracias al avance de Tom, quitó sus manos de la espalda del chico y empezó a bajarlas hacia sus nalgas y una la metió por la cinturilla del bóxer del chico y la condujo hacia su coso. Notó que Tom mordía más fuerte cuando notó la caricia de su mano sobre la piel propia.
Hartos de la poca tela que los separaba todavía, como si se hubieran puesto de acuerdo, tiraron de su respectiva ropa interior y la tiraron junto al resto de montón de ropa que yacía desparramado al lado de la cama. Tom deslizó su mano entre los pliegues de Mery y notó su caliente humedad, que demostraba que le deseaba tanto como él a ella.
-       Te… está… gus-gustando – jadeó, orgulloso.
-       ¡Nah, qué va! – respondió ella entrecortadamente -. Son imaginaciones tuyas.
-       Pues… tu cuerpo dice otra cosa – gruñó cuando Mery rodeó la cabeza de su coso con la mano y empezó a acariciarlo de arriba abajo.
-       Calla y sigue con lo que estabas haciendo – protestó Mery, arqueando la espalda hacia la boca del chico.
Tom, con una sonrisa, se calló y no dijo nada más. Apartó las manos de Mery de sí y la apoyó contra el cabecero de la cama, medio sentada boca arriba. Con una sonrisa traviesa, inclinó su cabeza hacia la vulva de Mery, abrió sus pliegues y sopló dentro, haciendo que un escalofrío recorriera a la chica ante la mirada pervertida del chico.
Tom introdujo dos dedos lentamente dentro de su novia y a la vez se inclinó para acariciar con la lengua el punto G de la chica. Su pecho se hinchó de orgullo al recibir a cambio el agudo gemido que soltó Mery. La chica se sujetaba con fuerza a las sábanas de la cama, tenía la cabeza echada para atrás, con los ojos cerrados, y empujaba sus caderas hacia Tom, montando su mano.
Tras estar así unos minutos, Mery sintió que una explosión de placer estallaba dentro de ella, y se exteriorizaba a través de un fuerte grito de placer y un fuerte orgasmo. Su cuerpo se agitaba en fuertes espasmos. Entonces, Tom se elevó sobre ella, le volvió a abrir las piernas, que ella había cerrado inconscientemente y se colocó entre ellas. Posicionó la punta de su coso en la entrada de Mery.
Un momento de duda. Mirada directamente a los ojos. “Tengo miedo”. Mirada asustada. “Hazlo ya”. Mirada animosa, pero nerviosa. Se oye el susurro del silencio. Esa sensación de que falta algo. Esa sensación de que todo se les echa encima. Otra mirada, y esta vez hay amor. Sin dudas.
Poco a poco, Tom fue adentrándose en el misterioso e inexplorado cuerpo de la chica. La joven se preparó para lo peor, para cuando llegara ese doloroso pinchazo que diera fe de su conversión en mujer. Tom se topó con la fina tela que demostraba la virginidad de la chica y la miró asustado.
-       Nunca has… - dijo asustado.
-       Shh, sigue, amor – le calló ella, poniendo un dedo encima de sus labios y luego se los besó -. Sólo hazlo, luego pasará.
Tom asintió y de un tirón, metió todo lo que quedaba de su coso dentro de ella. La chica se mordió los labios y una pequeña lágrima de desbordó de sus ojos. El guitarrista se quedó unos segundos quieto, para que el cuerpo de Mery se acostumbrara a aquella intromisión y luego empezó a bombear. Con estacadas lentas, pero profundas. Y poco a poco los gemidos de dolor de Mery se convirtieron en unos de verdadero placer.
De repente empezó a responder a las estocadas de Tom con unas mismas, haciendo que sus cuerpos consiguieran juntarse completamente. Los labios de los dos encontrados en un ardiente y pasional beso. Labios que enseguida siguieron distintos caminos los unos en el cuerpo del otro.
Cuando Mery se sintió un poco segura en el campo, empujó a Tom de un lado e hizo que quedara tumbado debajo de ella. Los ojos de él la miraron, mezclando sorpresa y diversión. La agarró por las caderas cuando empezó a dar saltitos encima de él, para ayudarla. Ella, se inclinó hacia el pecho de él, para tener un ángulo que le diera más placer y besó los tensos pezones de Tom.
Cuando estaban a punto de llegar los dos al éxtasis del placer, Tom volvió a tomar el mando y la giró para que volviera a quedar debajo de él. Comenzó a dar rápidas estacadas pero menos profundas, provocando una fricción mucho mayor y que finalmente los dos llegaran al éxtasis simultáneamente.
Tom cayó, rendido, sobre el mullido almohadón que le proporcionaban los pechos de Mery. Sus respiraciones fueron poco a poco calmándose y adoptando una cadencia tranquila. Mery pasaba los dedos entre las rastas del chico y éste daba suaves mordiscos a sus pechos, dejando marcas rojas que luego la chica tendría que esconder.
-       Tom… - lo llamó Mery, perezosa, saliendo de debajo de él y poniéndose al lado de él, y de paso sacando de ella su coso, que hasta entonces había estado dentro todavía.
-       ¿Mmm? – preguntó él, completamente a gusto y entretenido.
-       Yo… me da vergüenza – dijo sonrojándose -. Es que…
Tom preocupado, se elevó sobre un codo y la miró con una mirada inquisitiva. Ella parecía cortada e intimidada.  
-       ¿Qué…? – preguntó, despejado y preocupado -. ¿No te ha gustado?
-       Al contrario – respondió ella, sonrojándose todavía más -. Me ha encantado, pero no sé si tú…
Esta vez, Tom se volvió a tumbar encima de ella, con semblante serio. Le miró a los ojos y negó con la cabeza. Entonces volvió a deslizar una mano hacia su sensibilidad. Metió dos dedos dentro de ella y con el pulgar acarició su punto G. Mientras tanto, con la otra mano acariciaba uno de sus pechos y le daba pequeños tirones al pezón y con la bosa succionaba y marcaba el otro.
Mery empezó a gemir otra vez. Excitada de nuevo y cabalgó su mano, buscando llegar por tercera vez a un orgasmo esa noche. Cuando Tom sintió que se la chica se corría, apartó sus manos y boca y le dio un beso en los labios. Entonces Mery sintió que su amigo volvía a estar contento. Tom hizo que Mery le mirara a los ojos.
-       Nunca, pero jamás, dudes de que me has dado el mayor placer del mundo – dijo serio, pero sonriendo -. Mira sólo dándote placer a ti haces que me de placer a mí – sonrió señalando su coso.
-       Pues no podemos dejar que Tommy se quede así – dijo Mery, traviesa y escurriéndose hacia abajo.
Recorrió todo el pecho del chico esparciendo pequeños besos y mordiscos. Le dejó tantos chupetones como lo que le había dejado él a ella. Se entretuvo en sus tensos pezones y en el pequeño botón que era su ombligo, hasta que llegó a su intimidad. Una vez allí, Mery cogió su coso con las manos por la base y lo acarició suavemente de arriba abajo. Como experimento, le dio un lametón a la punta, y satisfecha, recibió un gruñido a cambio.
Entonces deslizó toda su longitud dentro de su boca, atrapándolo en el suave terciopelo de su boca. Lamía todo su miembro de arriba abajo, constantemente y cuando llegaba a la punta, rizaba la lengua alrededor del glande, haciendo diera pequeños botes de vez en cuando. En un momento dado, Tom la agarró por la cabeza y la acercó más hacia sí con suavidad, mientras acompañaba el ritmo de Mery con las caderas.
Sintió que le venía el orgasmo desde alguna parte en la punta de los dedos de los pies y se corrió fuera de su boca. La chica subió otra vez a su altura y se abrazó a su cuerpo tras darle un  beso en la punta de la nariz.
Estaban tumbados de costado, abrazados, pecho contra pecho. Tom la envolvía con sus brazos protectoramente y acariciaba con ritmo cadencioso su espalda. Ella estaba acurrucada contra su pecho y el chico podía sentir su respiración, que le erizaba la piel.
-       Eres como toda una experta a pesar de que ha sido tu primera vez – sonrió Tom, poniéndose duro como una piedra otra vez.
-       Tú no tienes cabida ¿verdad? – sonrió, sonrojada, cuando Tom pegó su excitación a su estómago.
-       No – gimió él cuando Mery meneó un poco las caderas.
Y volvieron a perderse, una vez más esa noche, el uno en los brazos del otro. Dispuestos a dar todo lo que recibieran...



Antes de nada, que sepáis que me dio tanta cosa tener que escribir este capi que necesité la ayuda de mi best friend (mery la bisexual de la que te he hablado). Me corto bastante en estos temas pero espero que a vosotros os guste. 
Quiero agradecer a Mery, a la que tantas veces menciono en mis comentarios, todo el apoyo que me ha dado y que ha sido una de las dos personas que más me ha decidido a seguir con este blog. Gracias wapa, tqm! Y también a Fernanda, mi primera seguidora y la que me escribió el primer comentario, haciendo que esta historia no se quedara en el capi 10. 
Bss  

Capítulo 43


-       ¡Dime, Tom! – se quejó mientras un camarero los llevaba a una mesa que estaba en una zona un poco más oscura y privada -. No me puedes dejar con la mosca  así, de ese modo.
-       Puedo, y lo voy a hacer – dijo Tom, solícito, apartándole la silla para que se sentara -. Pero ahora, meine Prinzessin (mi princesa), siéntate, deja que te seduzca y disfruta de la velada.
-       Vale – admitió por fin mientras le daba un beso en la mejilla antes de sentarse -. Pero como luego no me guste, te atendrás a las consecuencias.
-       Créeme – dijo Tom con mirada pervertida -. Te gustará.
Mery, sin embargo, no se dio cuenta del segundo significado de sus palabras, y confiada, se sentó a, tal y como le había pedido Tom, disfrutar de la velada. Una joven y guapa camarera se les acercó a tomarles nota, y ahí, Mery sí que notó que la chica coqueteaba descaradamente con Tom. A pesar de que toda la atención del chico estaba puesta en Mery y ni siquiera se fijó en la camarera menos para pedirle que les sirviera una botella de champán con dos platos de “Gnocchi cuatro quesos”, Mery no pudo evitar sentirse celosa.                   

(Los gnocchis, son patatas tiernas rebozadas en queso, puede que no tenga una pinta muy apetitosa, pero están de muerte.)









-       Quiero tus manos y pensamientos lejos de la camarera – lo amenazó cuando la otra chica se fue.
-       ¿Cómo? ¿Qué camarera? – se volvió para ver a la chica que se iba con su recado -. ¿Era tía? – exclamó extrañado -. ¿Y era guapa? – añadió, volviéndose hacia Mery, para picharla.
-       Demasiado para lo que puedes soportar – sonrió ella.
-       Entonces a ti no podría ni mirarte a través de un espejo, porque eres mucho más guapa que ella – la piropeó, haciendo que se sonrojara.
Les trajeron un tiempo record sus pedidos y cenaron los dos muy a gusto, gastándose bromas entre ellos, y conociéndose más, poco a poco. Cuando terminaron el pastel de chocolate con helado de vainilla que les trajeron de postre, Mery se dispuso a sacar su cartera del bolso para pagar su parte, pero Tom, descubriendo sus intenciones, la paró con un gesto.
-       Ni se te ocurra ofrecerme dinero para pagar tu mitad porque harás que me sienta ofendido – dijo con seriedad.
-       ¡Pero es que es mucho! – se quejó Mery.
-       Hagámoslo así – comentó el chico -. Si te atreves a darme tu parte del dinero, no hay sorpresa post cena.
-       ¡No puedes hacerme eso! – sonrió Mery, guardando otra vez su cartera y dejando que Tom pagara la cuenta que les trajo la camarera -. ¡Es chantaje!
-       Nadie dijo que fuera a jugar limpio – sonrió Tom, travieso.
-       Chantajista – murmuró ella.
-       Feminista – le contrarrestó él.
-       De eso a decirme boyera (N.A = lesbiana) hay un paso – sonrió, empezando a extrañarse porque Tom no la llevaba hacia afuera a por el coche, si no que directamente a recepción.
-       Créeme, liebe – dijo aceptando una llave que le tendía el recepcionista -, si creyera que eres de la otra acera (N.A = expresión que significa los mismo que homosexual), no estaría contigo.
-       ¡Qué alivio me das! – ironizó Mery, ya preocupada al ver que Tom la dirigía al ascensor -. ¿A dónde me llevas?
-       A que veas la sorpresa – respondió Tom.
No dijo nada más en todo el trayecto del ascensor, que por el tiempo que tardaba en llegar, parecía que iba a subir a los pisos más altos. Cuando salieron del ascensor, Mery sólo vio una puerta, justo en frente de la del ascensor. Tom, se dirigió con seguridad y firmeza hacia esa habitación y se paró delante de la puerta, se quitó un pañuelo que llevaba en la cabeza y con él le tapó los ojos a Mery, para seguir manteniendo la intriga un poco más.
La abrazó por la cintura y con pasos lentos, la dirigió hacia delante, guiándola todo el rato mientras le decía frases tiernas al oído y repartía besos por su cuello. Cuando por fin, la dejó quieta.
-       Prepárate, schön – le dijo.
-       ¡Quítame este pañuelo de una puñetera vez! – le pidió ella, emocionada.
-       Eins, zwei, drei! (uno, dos, tres) – contó y repentinamente le quitó el pañuelo.
Mery se quedó callada durante un buen rato ante la visión que tenía delante.

(Suite de lujo, incluye:
*habitación: arriba a la izquierda.
*cocina: abajo a la izquierda.
*salón: arriba a la derecha.
*baño: abajo a la derecha.
*terraza: en la mitad.)









Estaba maravillada con todo lo que veía. Aquella lujosa suite era todo con lo que cualquier chica de su edad soñaba a la hora de estar al lado de su chico ideal. Era absolutamente perfecta y cautivó completamente a la chica. Sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción al pensar en todo lo que se había esforzado Tom para contentarle. Se volvió hacia él.
-       ¡Tom! – dijo con un suspiros y se echó a sus brazos, abrazándolo fuertemente -. Te quiero.
-       Yo también – susurró él contra su cuello.
Empezó a esparcir besos calientes sobre su cuello y hombros descubiertos. Sacó la tira del bolso que llevaba enganchada en el hombro y lo tiró sin mirar a dónde caía. Sus manos se metieron debajo de su camisa y fundió sus labios con los de ella en un ardiente beso.
Mery le rodeó el cuello con los brazos y empezó a sospechar para qué la había traído Tom allí (Le ha costado entender un poco mucho, ¿no?), pero no se apartó. Es más, siguió con el beso y esta vez puso un poco más de su parte. Cuando se separaron para coger aire, levantó la cabeza hacia él y le miró con los ojos brillantes.
-       Va a pasar esta noche, ¿no?
-       Sólo con tu permiso – dijo Tom acariciándole una mejilla con ternura.
-       Yo… - dudó Mery...