June y Bill sabían perfectamente qué es lo que habían hecho Tom y Mery la noche anterior. Tom les había contando que tenía planeado llevarle a cenar y June le aconsejó a qué restaurante llevarla. Cuando se fue del hospital al hotel en el que estaban hospedados para cambiarse, le dijo a Bill que no lo esperara por la noche. No hizo falta que dieran más detalles, simplemente diciendo eso los dos entendieron que iba a ser su estreno.
Lo que no se esperaban es que a ellos les afectase tanto. Al llegar la noche y cuando todos se fueron, los dos se acordaron de la pareja que estaba cenando o que podía ser que ya hubiesen acabado de cenar. Hicieron volar su imaginación, recreando a Mery y Tom juntos en la cama, y eso los avergonzó y incomodó bastante.
Cuando se sentaron juntos en la cama de June para mantener una de sus acostumbradas conversaciones pre descanso, no pudieron evitar mirarse fijamente a los ojos y sonrojarse, abochornados.
- ¿Crees que Tom y Mery…? – June no pudo terminar la pregunta de lo nerviosa que estaba.
- Es lo más probable, conociendo a mi hermano y sabiendo lo enamorados que están el uno del otro – contestó Bill, mientras acariciaba suavemente la espalda de June.
En aquel momento, Bill sintió que su cuerpo se excitaba un poco. Se estiró y dio por seguro que Tom y Mery ya habían terminado de cenar. Una vez más, maldijo la conexión que tenían por culpa de ser gemelos y que hacía que uno sintiera lo que el otro cuando era muy intenso.
- ¡Maldita sea! – se quejó -. Definitivamente han terminado de cenar. Odio esta conexión, me pone en evidencia cuando menos lo necesito.
- Es la primera vez de Mery – le confesó la chica, intentando apartar el tema de Bill para que no se sintiera tan incómodo.
- Pues esperemos que Tom la trate bien – bromeó, intentando quitarle hierro al momento.
- Ahora que estamos hablando de esto… quería preguntarte algo – dijo ella dudosa. Animada cuando Bill asintió para que siguiera, se atrevió a formular la pregunta que le mantenía tanto en vela -. ¿Tú ya has… ya sabes...? ¿Eres… virgen?
- June yo… - se sonrojó el chico -. No, no lo soy. Pero te puedo jurar con una mano sobre el fuego, que me habría gustado esperar a la mujer de mi vida. La que pasaría el resto de su existencia conmigo.
- ¿Y sabes quién es? – preguntó ella, temerosa de su respuesta.
- Me parece muy obvio - respondió él, mirándola significativamente y haciendo que se sonrojara más -. ¿Y tú? ¿Tú eres…?
- Sí – June pensó que si se ponía más roja podría parecer una granada -. Yo nunca he tenido un novio.
- ¿En serio? – exclamó Bill, extrañado -. Con lo guapa que eres ¿nunca ha habido nadie detrás de ti?
- Que no haya tenido novio no significa que no haya tenido pretendientes – sonrió ella -. A diferencia de ti, yo sí que he esperado a mi media naranja.
Bill sonrió con ternura y se inclinó hacia ella para besarla. Como siempre que June veía la cara del chico tan cerca, notó que su respiración y ritmo del corazón se disparaban, pendiente con todo su cuerpo de cuando aquellos sedosos y carnosos labios acariciaran con ternura los suyos.
Cuando el beso empezó a coger un poco más de calor, dado que Bill estaba en contacto con Tom, June empezó a asustarse y trató de alejarse un poco de él. Pero de repente Bill, apretó con más fuerza los brazos alrededor de la chica y la acercó más a sí mismo.
- Bill – murmuró June contra sus labios -. Bill, tranquilízate por favor.
- Lo siento – respondió él, que seguía besándola con ardor -, no puedo. Me atraes. Estás sexy ¿sabías?
- Pero Bill – rió ella - si llevo puesta un camisón de hospital.
- ¿Y – beso – quién – beso – ha dicho – beso – que – beso – los camisones – beso – de hospital – beso – no fueran sexys? – terminó por apartarse de ella.
- No son los camisones Bill – rió ella, abrazándolo y apoyando la cabeza en su pecho -, eres tú que eres muy subjetivo.
- ¿Subjetivo dices? – murmuró Bill, en el mundo Yupi, besándole el pelo -. Pues si estoy siendo subjetivo la objetividad es una mierda.
- Sólo a ti se te ocurren esas cosas, Kaulitz – rió ella, apartándose y sacudiendo la cabeza.
- No puedes llamarme Kaulitz – se quejó Bill, como un niño, tirándole del pelo.
- ¿A no? – la miró entre extrañada y divertida.
- No.
- ¿Y eso por qué?
- Porque nos hemos besado – respondió el chico, y para remarcar sus palabras, volvió a besarla otra vez.
- ¿Estás cariñoso tú hoy, eh? – comentó ella, encantada.
- Todos los que me conocen a fondo dicen que soy muy tierno y que seré perfecto para mi otra mitad – hinchó su pecho con orgullo.
- Te lo tienes un poco creído, amor – dijo llamando la atención de Bill y sonrojándose.
- ¿Cómo me dijiste? – sonrió, contento.
- Nada, te dije Bill, nada más – ella miró hacia otro lado.
- Eso no es verdad – se quejó Bill agarrándole de la barbilla e intentando girarla hacia él otra vez -. Me dijiste amor.
- Es que me da vergüenza – argumentó ella -. Pero te quiero, Bill.
- Y yo a ti, pero aún así no quieres ser mi novia – hizo pucheros.
- No, mi niño bonito – dijo cogiéndole de las mejillas y haciéndole mimos -. Pero pregúntamelo dentro de una semana, cuando salga del hospital, y veremos si la respuesta es la misma.
Bill sonrió y le acarició el pelo. En aquel momento, entró el doctor en la habitación y se puso a hablar con normalidad y familiaridad con la paciente y se acompañante.
- Buenas noches June, espero que te sientas bien – sonrió amablemente.
- Como si nunca me hubiera atropellado un coche – comentó ella bostezando y estirándose como un gato.
- Señor Kaulitz, me parece que ya ha entretenido a la señorita Qarea suficiente por hoy – lo riñó -. Acostaos y descansad, que es tarde.
- Sí, Doc – dijeron los dos con caras de gato con botas, haciendo reír al señor.
- Buenas noches, pareja de dos – rió mientras salía.
- Buenas noches – respondieron al unísono ellos y se echaron a reír.
Bill se metió un momento en el baño, en el que June aprovechó para tumbar su cama de nuevo y meterse dentro de las sábanas para prepararse para dormir. Cuando salió Bill del baño con su chándal viejo, se dirigió hacia June para darle un beso de buenas noches.
- Hasta mañana, schön – la besó.
- Hasta mañana, liebe – le respondió el beso.
- Me voy – dijo Bill haciendo referencia a su cama y la besó una vez más -. Me voy – la volvió a besar -, me voy – otro beso -, me voy – otro y June empezó a reír -. ¿De qué te ríes?
- De ti – sonrió ella -. No paras de decir me voy, y sin embargo eres incapaz de dejar de besarme.
- Tienes razón – sonrió y la besó por última vez -. Ahora sí, me voy. Que tengas dulces sueños.
- Sueña conmigo – murmuró la chica, ya medio dormida.
- Descuida, lo haré.
Y dicho esto, los dos se giraron para estar de lado, pero mirándose y tras conectar sus miradas una vez más, cerraron sus ojos y se quedaron fritos. Los dos tenían el mismo pensamiento en mente:
“Soy feliz”...