Capítulo 23

Al salir del restaurante miró a la izquierda y hacia la derecha, y entonces la vio, corriendo a punto de girar la esquina de la calle.  

-       ¡Mery! – gritó con miedo de que no le escuchara y perderla de vista, poniéndose a correr él también -. ¡Mery, para!

Ella lo oyó cerca (¡Por Dios, qué rápido corría!), pero no se paró y no se dio la vuelta con miedo de ver enfado y enojo en su cara. Pero al fin, Tom la alcanzó y le agarró del brazo para atraerla hacia él. La abrazó para que dejara de temblar y escondía su cabeza debajo de su barbilla. Agradeció que no hubiera mucha gente paseando por los alrededores a esa hora, porque si no, habrían llamado mucho la atención.

-       ¿Pero qué te ha dado? – le preguntó nervioso -. Me he dado un susto de muerte al verte salir corriendo así del sitio.

-       Lo siento, es que yo sólo quería saber… - no terminó de hablar, pero esta vez porque Tom le puso un dedo sobre los labios.

-       Yo creí que estaba enamorado de Chantelle – empezó a responder su pregunta -, pero la encontré revolcándose después de una fiesta con uno de mis amigos. Sólo lo pasé mal en ese momento porque me sentí herido en mi orgullo, pero cuando estuve más calmado, me di cuenta de que me importaba un pimiento no estar ya con ella.

-       Lo siento – suspiró ella con pesar.

-       ¿Por qué? – le preguntó él extrañado, alejándole un poco de su cuerpo para poder verle la cara.

-       Sé lo humillante y triste que tiene que ser encontrar a tu novia con otro, sobre todo si es amigo tuyo – explicó mirándole a los ojos -. Siento que no fuera los suficiente mujer para darse cuenta de lo buena persona que er…

Y esta vez no pudo terminar por una razón completamente distinta. Tom la había callado con un beso. Tom. Beso. Ella. Los dos. Tom la estaba besando. Le costó bastante unir esas palabras en su mente para hacer una frase que tuviera sentido para ella. Cerró los ojos para poder disfrutar mejor del beso y le rodeó el cuello con los brazos. Él la tenía agarrada por la cintura.

Cuando sintió su cálida lengua empujando contra sus labios, ella abrió un poco la boca y de repente sintió su calidez dentro de ella. Gimió contra sus labios, y lo que consiguió fue que él la apretara más contra su cuerpo. Perdió la noción del tiempo allí, entre sus brazos y deseó que el tiempo parara, para no tener que dejarlo nunca. Pero se tuvieron que separar para respirar.

Tom siguió mirando sus apetecibles labios hinchados y rojos que ella se medio tapaba con la mano, que guardaban su sabor todavía. Luego se miraron a los ojos y los de Tom brillaban y sonreían y los de Mery estaban que echaban chispitas.

-       ¡Vaya! – fue lo único que pudo decir la chica e hizo reír a Tom.

-       Sí, vaya – corroboró él.

-       No pensé que fueras a…

-       Ni yo que me lo respondieras – añadió él apartándole un mechón de pelo de la cara y colocándoselo detrás de la oreja -. ¿Recuerdas que me dijiste que te gustaba un chico desde hace dos años?

-       Me refería a ti – respondió mientras un intenso rubor cubría sus mejillas.

-       Me alegro, ¿sabes? Me gustas mucho – dijo Tom.

-       Ya bueno, eso se lo dirás a todas – comentó Mery cuando fue capaz de razonar otra vez y se apartó de él.

-       Me creas o no, yo cuando… bueno ya sabes – dijo un poco avergonzado -, no suelo decirles muchas cosas, más bien nos…

-       Besáis y manoseáis – completó ella -. Entonces me tendré que sentir halagada.

-       Sí, tendrías – sonrió mientras le besaba otra vez -. Pero hay un detalle que se te escapa.

-       ¿A sí? – preguntó ella intrigada -. ¿Cuál?

-       Nunca les beso la boca – respondió él acariciando los labios de Mery y consiguiendo que ella sonriera con deleite. (N.A.= no sé si será verdad, pero yo lo he puesto para dar más credibilidad al hecho de que a Tom le guste Mery)

-       Bueno será mejor que regresemos al hospital – dijo Mery cuando rompieron su apretado abrazo.

-       ¿Seguro que no quieres volver al restaurante aunque sea sólo para ver los baños y deducir si es moderno o no? – sonrió Tom mientras le pasaba su bolso y chaqueta, ya que empezaba a temblar del frío.

Mery le dio un golpe en el brazo y echó a correr antes de que él le pudiera devolver el golpe. Entre risas y carreras, los dos volvieron sonrojados y felices al hospital, cogidos de la mano, pero se soltaron cuando llegaron a la habitación de June. No querían que los demás supieran que tenían algo todavía, ya se enterarían más adelante. Tras cruzar una última sonrisa, entraron en la habitación...