Capítulo 33

No paraban de cruzar las miradas y apartar la vista todo el rato. Estaban avergonzados los dos y no podían ni mirarse a la cara como era debido. No sabían cómo reaccionar. No sabían qué decir. No sabían si respirar siquiera.

Aquella incómoda situación siguió hasta que los dos, en una de sus miradas furtivas, cruzaron sus ojos y se quedaron el uno mirando los del otro. Prendidos con una vela los dos, una suave llama de amor se veía al fondo de los brillantes ojos de la pareja, que a falta de palabras con las que expresarse, trasmitía sus sentimientos a través de miradas.

Un profundo silencio, que lo dice todo pero a la vez nada. Que consigue que los que se sumergen en él imaginen que una especia de nube los rodea y no hay nadie más alrededor. Que hace que no sólo sus miradas, sino que también sus manos conecten. Consiguiendo que poco a poco, esas personas soñadoras lleguen a acariciar los labios del otro. Y nace la tierna caricia de un beso.

Un beso intenso. Tierno. Nervioso. Profundo. Un  beso de tengo miedo de lo que estoy haciendo. De aún así no me arrepiento.  ¿Puedo decirlo? De amor. Uno que logra hacerlos flotar en medio del universo, rodeados de miles de estrellas chispeantes. Un beso que por fin habla por ellos, y hace que reaccionen para al que separarse se fundan en un estrecho abrazo lleno de secretos y emociones.

Uno que por fin logra que se digan, en voz baja y susurrante, pero al fin y al cabo que se digan:

-       Me gustas.

-       ¡Vaya! – murmuró June, avergonzada -. Parece que lo de Mery y Tom nos ha hecho reaccionar, ¿eh?

-       Una que le debo a mi hermano – dijo Bill encogiéndose de hombros y rodeando a June con sus brazos en un cariñoso abrazo.

-       No será la única – sonrió ella apoyando la cabeza contra su pecho.

-       ¡Nooo! – dijo con ironía -. También le debo el trauma de que me llamen anoréxico desde joven, que me digan maricón, cara chica…

-       ¡No serás verdad! – exclamó June horrorizada, apretando sus brazos alrededor del pecho de Bill con la cara escondida en su clavícula.

-       ¡Claro que no! – sonrió Bill -. Aunque nos peleemos mucho, nos queremos a muerte. Él pegaría a cualquiera que se le ocurriera decirme algo así.

-       Me habría gustado tener un hermano mayor o una hermana pequeña.

-       ¿Y por qué no al revés? ¿Una hermana mayor y un hermano pequeño? – preguntó Bill con curiosidad.

-       Porque me gustaría que mi hermano me protegiera y luego oír a mis amigas decir: “¡Tu hermano es… genial!” – sonrió June -. O si no una niña que me pidiese ayuda con el maquillaje, temas de chicos, su primera cita… Me haría ilusión y me sentiría mayor y responsable.

-       Pero… Eric ha cumplido ese papel de hermano mayor durante tu infancia, ¿no? – preguntó Bill, acariciándole el pelo.

-       Sí, por eso lo quiero tanto – se separó un poco de él -. No te preocupes si se enfada mucho contigo o te amenaza. Seguramente serás celos.

-       ¿Celos? – preguntó Bill, malinterpretando lo que había dicho la chica -. ¿Pero tu primo y tú no habréis…?

-       ¡No hombre, no! – exclamó ella divertida -. No me seas malpensado y un espermatozoide cachondo como tu hermano. Me refiero a que él ha sido últimamente mi figura masculina más importante, porque es el que me ha estado cuidando cuando mis padres… ya sabes. Pero por ninguna otra razón.

-       Ya bueno. En ese caso… - Bill dudó, nervioso -. ¿Te gustaría ser mi novia?...