Capítulo 22

Mery empezó a ponerse nerviosa al pensar que iba a desayunar sola con Tom. El famoso mujeriego de la banda Tokio Hotel. Siempre que había escuchado que hablaban de sus “logros”, la chica pensaba que alguna razón escondida tenía que haber detrás de aquel comportamiento tan pasota. Tom siempre había sido el integrante favorito de Mery, y aunque nadie lo supiera, siempre había soñado con que algún día conseguiría conocerlo. Pero eso no significaba que llegase a confiar en él.

Se acercaron a un restaurante de muy buena apariencia. Tenía todo el aspecto de estar recién sacado de una isla de Polinesia. Estaba decorado con claros colores pastel, imitando las tonalidades de la arena y el suelo era de azulejos azules turquesa y verdosos como el mar. Había palmeras en grandes macetas que se mimetizaban con el ambiente y daban una sensación de frescor a la estancia. Parecía una pequeña selva tropical.

Tom sonrió al ver que Mery miraba maravillada hacia todos los lados. Había poca gente a esas horas de la mañana, porque como es bien sabido, en España la gente tenía la costumbre de comer muy tarde. Un camarero se acercó para atenderlos y Tom le pidió una mesa bastante centrada en el bar que quedaba un poco tapada por una enorme pecera decorada con corales de vivos colores y que contenía peces de todos los tamaños y colores posibles, que podían caber dentro de una pecera, por supuesto.

-       ¿No conocías este restaurante? – le preguntó a Mery, extrañado, ya que al fin y al cabo ella vivía en aquella ciudad.

-       No – sonrió ella -. No suelo venir mucho por este barrio normalmente, y aparte me parece que lo han abierto recientemente. Para asegurarme iré a los baños más tarde.

-       ¿A los baños? – preguntó Tom, ahora más extrañado todavía.

-       Sí – afirmó ella con seguridad -. Cuando más modernos y limpios son los baños, más nuevos son los restaurantes.

-       Interesante filosofía – rió Tom mientras se colocaba unas enormes gafas de sol y se escondía las rastas bajo la capucha de su enorme sudadera.

-       Buen disfraz – ironizó Mery -, pero te aseguro que June te reconocería incluso si fueras vestido como Bill.

-       ¡Eso jamás! – exclamó con fingido horror -. Le dejo las apariencias de vampiro a él.

En aquel momento, llegó el camarero que los había sentado para que pidieran algo de comer. Tom le pidió una cerveza, ya que él ya había desayunado y Mery le pidió un croissant tostado con mantequilla y mermelada de melocotón acompañado de un vaso de leche con Cola-cao (cacao en polvo, por si alguien no sabe lo que es).

Mery consiguió no estar tan nerviosa en presencia de Tom y estuvieron los dos hablando tranquilamente de su trabajo, estudios, familia… Pero cuando llegaron a la parte de “Oye, ¿y tú tienes novi@?”, volvió a ponerse nerviosa.

-       Y por simple curiosidad, nada más – empezó Tom -. ¿Tienes… ya sabes… novio? – preguntó ruborizado.

-       ¿Yo? La verdad es que no – respondió ella encogiéndose de hombros.

-       ¿Y no te ha gustado nunca ningún chico? – volvió a preguntar el chico con interés.

-       Pues… hace un par de años que me gusta uno – dijo sin atreverse a decirle que era él -… pero es imposible.

-       Nada es imposible hasta la muerte – dijo Tom con convicción mientras la miraba con tal intensidad a los ojos que hizo que se pusiera más roja todavía.

Y entonces, como Mery sentía curiosidad, y unos pocos celos, sobre su supuesta relación con Chantelle Paige decidió preguntarle para alejar el tema de sí misma.

-       ¿Y lo de tu romance con Chantelle Paige? ¿Fue algo serio o simplemente otro lío que añadir a tu lista de conquistas?

-       Chantelle… - susurró de repente Tom poniéndose serio y mirando fijamente la mesa.

Mery se asustó al ver que no reaccionaba y que su semblante se ponía cada vez más frío y serio. Parecía capaz de pegar a alguien en aquel momento, pero una de las pocas cosas que Mery sabía con seguridad, era que no iba a hacerle daño. Pero aun así, eso no lograba tranquilizarla.

-       Yo… no quería molestarte ni nada… sólo quería saber si…

Mery ya no podía seguir sentada allí. Se retorcía las manos de lo mal que lo estaba pasando. No terminó de decir lo que estaba diciendo, se levantó de la mesa y se fue corriendo, sin acordarse de recoger ninguna de sus cosas.

Tom reaccionó al oír que la puerta se cerraba al salir Mery. Se levantó corriendo él también, dejó encima de la mesa el dinero suficiente como para pagar la cuenta y tras recoger el bolso y la chaqueta de Mery, salió del restaurante tras ella...