Bill volvió a la habitación y vio que June estaba mirando por la ventana con los auriculares del iPod puestos. Se la quedó mirando un rato, pensando que era especial. No porque fuera la chica más linda que había visto en su vida, que lo era, si no que algo en ella hacía que se sintiera en casa. Entonces, June se giró hacia él y se quedó mirándole con una enorme sonrisa cansada surcándole la cara.
Bill se acercó hasta quedar sentado al lado de ella, y empezó a acariciarle un mechón de pelo oscuro que se cruzaba la frente. Vio que los ojos de la chica seguían cuidadosamente sus movimientos, alerta de cualquier cosa que pudiese hacer.
- Oye… - dijeron los dos a la vez. Se sonrieron -. Tú primero – la invitó Bill.
- Verás – empezó ella -. Me gustas desde que tengo unos trece años, y te acabo de conocer y eres muy tierno. Sé que supuestamente eres el gemelo amoroso, cariñoso, fiel y tierno, pero aún así yo te acabo de conocer. Y eres famoso. No sé si puedo creer en todo lo que he oído sobre ti. No sé si quiero que seamos algo más que simplemente amigos, si a ti no te importa.
- ¡No, claro que no! – respondió Bill dolido, pero fingiendo estar bien -. Entiendo tu punto, y puede que tengas razón. Y a mí también me encantaría ser tu amigo. Al fin y al cabo, un amigo es para toda la vida, pero no se sabe cuánto durará una pareja, y yo quiero estar al lado tuyo siempre.
- Gracias – sonrió ella mientras lo abrazaba y lloraba por dentro. Una parte de ella había esperado que dijera que se dejara de tonterías y que tendrían algo serio -. En serio, me alegro de que me entiendas. Tal vez cuando nos conozcamos más, puede que…
- Sí puede – sonrió él -, pero ahora, a dormir. Tienes que descansar. Tuviste un accidente ¿recuerdas?
- Como si las vendas y los tubos y claves no fueran suficientes – comentó con ironía mientras se tumbaba.
- Buenas noches – Bill le dio un beso en la frente.
- Buenas noches – respondió ella, adormilada, girándose y con una enorme sonrisa.
Bill se separó de ella y se fue al sofá que lo esperaba con una acogedora manta y unos cuantos cojines que le había llevado su hermano. Se tumbó mirando hacia la cama de June. “Te esperaré” y con esa promesa en la mente, se quedó dormido él también...
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