Capítulo 39

-       Dasha, tenemos que hablar – pidió Georg, parando el torrente de palabras de la chica sobre la historia de la ciudad.

-       Dime – dijo ella, recelosa.

-       Creo que tienes ganas de hablar conmigo sobre lo de Eric pero no sabes cómo empezar – le explicó.

-       Ufff, tienes razón – suspiró la chica.

-       Venga, habla sin miedo – la animó.

-       Quiero que me respondas sinceramente – pidió ella y Georg asintió -, a todo – repitió y el volvió a asentir -. Bien. ¿Seguro que quieres ir adelante con esto para ayudarme con Eric y que la prensa te deje en paz? ¿No te habrás… ya sabes… enamorado de mí?

-       No – dijo sinceramente mirándola a los ojos -. No estoy enamorado de ti. Por lo menos no por ahora.

-       ¿A qué te refieres con eso? – receló la joven.

-       Eres muy guapa – comentó encogiéndose de hombros y haciendo que ella se sonrojara -. Cualquiera podría enamorarse de ti.

-       Vaya… gracias, creo – se sonrojó.

-       Lo único que quiero es ayudarte – añadió el chico.

-       Entonces, si Eric demuestra interés en mí, ¿me dejarás irme con él?

-       Si no llego a sentir algo por ti, sí. Pero si llego a sentir que mi corazón late más fuerte cuando te tengo al lado y no puedo estar sin ti, te dejaré ir pero jugaré sucio para que seas tú la que se enamore de mi – sonrió Georg, viendo la cara de preocupación de Dasha.

-       Pero por ahora no…

-       …me gustas en ese sentido – confirmó Georg -. ¿Para qué mentirte? Me gustas. ¿A quién no le gustarías? Pero me gustas como mejor amiga.

-       ¡Ay, qué dulce Geo! – sonrió Dasha con lágrimas en los ojos y los abrazó fuertemente.

-       Bueno, y ahora que podemos dejar de hablar de temas demasiado serios – sonrió Georg, de forma pícara -. Me vas a llevar a un “Sex-shop”. Me hace falta.

-       ¡Jamás! – Dasha sintió que se sonrojaba -. No he entrado nunca en ninguno, además, ¿qué pensarán los demás cuando te vean llegar con una bolsa llena de… lo que sea eso que te vas a comprar?

-       Pensarán que soy un chico afortunado, con una novia guapísima, que quiere divertirse un poco con ella por la noche – alzó las cejas sugestivamente, consiguiendo avergonzar más a Dasha.

-       ¡Ni hablar! – se negó Dasha, empezando a andar rápidamente y dejando a Georg atrás.

-       ¡Oh, vamos! – se quejó Georg mientras le ponía caritas de pena y la seguía a duras penas entre toda la gente que pasaba por las calles en aquel momento.

-       No, me niego a ir a una de esas tiendas pervertidas – afirmó ella.

-       Pero sabrás dónde están – la retó el chico.

-       En una calle de la parte vieja – respondió ella, que no se podía resistir a un desafío -. En la calle Chueca hay algunos, pero básicamente es una calle de homosexuales.

-       ¿Qué? – preguntó Georg, de repente aterrado.

-       Por favor – se quejó Dasha -. No me seas homofóbico.

-       Pero… es que me confundan con un gay…

-       Georg, espero que ese comentario no vaya en serio – dijo Dasha, seria de repente -. Todas las personas son distintas, y la diferencia de unos de ellos son sus variaciones de gustos por el género. Si la mayoría de las personas del planeta fueran homosexuales, y los heterosexuales fuesen minoría, ¿te gustaría que te trataran como muchos los tratan a ellos?

-       Mirándolo de ese modo – aceptó Georg.

-       Entonces está decidido – dijo Dasha con convicción, dando media vuelta -. Te llevo allí, pero no pienso entrar contigo en ninguna tienda.

-       ¿Seguro que no quieres entrar? – la pinchó mientras se dirigían a la parte vieja.

-       No – respondió ella, sin dignarse a mirarle.

-       ¿En serio? – la tentó.

-       En serio.

-       Venga, Dasha… - le pidió mientras se iban alejando.

Ninguno de los dos se había dado cuenta de que alguien los seguía. Tras la esquina de la calle por la que se había metido la pareja, una chica los observaba fijamente, tramando poco a poco un perverso plan...