Capítulo 21

Sin saber qué más podía hacer para tranquilizar a la chica, Georg la abrazó y le acarició el pelo con una mano mientras le sujetaba la espalda con la otra. “Shh, tranquila” le decía de vez en cuando como si estuviese intentando tranquilizar a una hermana pequeña.

Cuando sintió que los hipidos de Dasha empezaban a ser otra vez su respiración normal empezó a apartarse de ella, pero ella lo agarró fuerte de la parte de atrás de la camiseta y no dejó que se apartara.

-       ¿Estás mejor? – le preguntó.

-       Sí – suspiró ella mientras por fin se apartaba de él restregándose las gotitas que aún le recorrían las mejillas -. Gracias por estar conmigo y escucharme sin juzgar.

-       ¿Te cuento un secreto? – sonrió Georg, y bajó la voz, fingiendo que le iba a decir algo confidencial.

-       Sí, por favor – sonrió ella, distraída.

-       Tengo debilidad por los ojos bonitos como los tuyos – rió mientras le acariciaba la mejilla con el dedo gordo y haciendo que se sonrojara.

En esos momentos, en la habitación de June, Mery empezó a sentir que le rugían las tripas de hambre. Le daba cosa pedir a alguno de los chicos que la llevara a la cafetería del hospital y no se lo podía pedir al único con el que tenía confianza, porque sabía que Eric quería quedarse a hablar con su prima un rato más, ya que pronto tendría que irse. Tom la vio un poco inquieta y decidió acercarse a ella.

-       ¿Te pasa algo? Te noto nerviosa – le preguntó.

-       Es que… - dijo avergonzada -, tengo un poco de hambre, no hemos comido nada para desayunar y… la verdad es que me daba un poco de vergüenza pediros que me acompañarais a la cafetería a tomar algo.

-       No te preocupes, yo te llevo – le sonrió Tom y se giró a los demás -. Chicos, voy a llevar a Mery a que desayune algo.

-       ¡Tom! – le llamó June mientras salían -. Mery es lista y sabe cómo eres, no tienes muchas posibilidades. 

-       Futura cuñada – dijo haciéndola sonrojar -, estás a punto de hacer enfadar a tu cuñado.

-       Cállate – le gritaron Bill y ella a la vez.

Mery rió mientras salían de la habitación y pretendió que no sentía la mano que Tom le había puesto en la cintura para guiarla. Hablaron poco mientras Tom la conducía, pero cuando llegaron a la entrada del hospital, Mery se dio cuenta de que no la estaba llevando a la cafetería del edificio. Le dirigió una mirada interrogadora a Tom que simplemente se encogió de hombros y esbozó una sonria.

-       La comida de los hospitales es una porquería – explicó como si nada -. Entre los chicos y yo encontramos no muy lejos de aquí un restaurante que no estaba nada mal. Te estoy llevando allí...